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Clasificación del riesgo, en las ciudades del futuro

Por: Luis Gonzalo Reyes

 

Más que nunca, la protección contra incendio deberá concebirse como una estrategia integral que contemple protección activa, alarma y detección, protección pasiva y mantenimiento, ante las complejidades propias de las ciudades modernas y sus riesgos.

Desde sus inicios, las ciudades han sido centros de innovación económica, política, social y cultural. En la actualidad, por los flujos crecientes de población, se busca que las urbes tengan oportunidades laborales y de negocio, en definitiva, mejores condiciones de vida.

El crecimiento, más o menos ordenado y planificado de estas ciudades, genera múltiples retos a todos sus habitantes, mismos que trabajan o visitan estas urbes complejas, pero en especial a quienes las gobiernan y administran; ya que, la eficiencia en la gestión de los servicios públicos de carácter urbano (aire que respiramos, agua que consumimos, espacios públicos en los que realizamos múltiples actividades) está limitada. Desde hace tiempo, las principales ciudades ya no pueden extenderse, por la problemática de los servicios públicos y porque físicamente no hay tierra para urbanizar; por lo cual, las tendencias de construcción se han centrado en edificar de forma vertical.

Edificios de usos múltiples. Cuando hablamos de edificios de usos mixtos o usos múltiples, nos referimos a aquellas estructuras que combinan dos o más actividades, por ejemplo, residencial, comercial o de estacionamientos. Este tipo de propuestas constructivas nacen ante la necesidad de encontrar espacios para cubrir la demanda de ciudades en constante crecimiento.

Protección contra incendio integral

Ante esta lógica de construcción, podemos encontrar edificios donde habrá dos o más ocupaciones (ocupaciones múltiples); estas, se subdividen en ocupaciones separadas —por materiales resistentes al fuego — y ocupaciones mixtas —cuando la ocupación está entremezclada —, si se elige la opción de ocupación mixta deberán aplicarse las cláusulas más restrictivas de las ocupaciones involucradas. En caso de que surja una controversia con respecto a la clasificación, será el criterio de la autoridad competente quien determine el tipo de ocupación.

Por definición, una ocupación es existente cuando un edificio fue aprobado para su construcción por la autoridad competente, considerando la fecha en la cual la autoridad competente aprobó de forma oficial los planos para su construcción.  Las diferencias de requerimientos entre ediciones derivadas de actualizaciones de lineamientos posteriores a la aprobación de la construcción generalmente no son aplicables de manera retroactiva a las ocupaciones existentes, a menos que, la autoridad competente determine que la falta de conformidad con estos requerimientos presenta un riesgo serio para los ocupantes.

La carga de ocupación es un dato fundamental para aplicar la definición de la ocupación e identificar correctamente su clasificación, representa el número total de personas que podrían ocupar, al mismo tiempo, un edificio o estructura; considerando las características físicas del edificio (áreas específicas de uso, alturas, tipos de construcción, etcétera).

Ahora bien, observando el contexto, el reto para la especialidad de protección contra incendio integral en dichas ciudades del futuro será en las siguientes áreas:

  • Protección activa (sistema de rociadores automáticos).
  • Protección de detección (sistema de alarma).
  • Protección pasiva (materiales con resistencia al fuego).
  • Mantenimiento de los sistemas contra incendio.

Protección activa (sistema de rociadores automáticos)

El término riesgo y su clasificación podrían diferir dentro del mismo edificio o instalaciones, en función al código o norma aplicable. Es importante asegurarse de especificar el documento de referencia.

En general, este término refiere al peligro relativo durante el comienzo y la propagación del incendio; el peligro del humo o de los gases generados, y el peligro de explosión u otro suceso que ponga potencialmente en riesgo la vida y la seguridad de los ocupantes del edificio o la estructura. En apego a las principales normativas de protección contra incendio, los riesgos se pueden definir de la siguiente forma:

Riesgo bajo. Los contenidos tienen tan baja combustibilidad que, debido a ello, no puede ocurrir la auto-propagación del fuego. Principalmente, son oficinas y áreas habitacionales; dichas zonas están ubicadas, generalmente, en la parte más alta del edificio, por lo cual, el reto es llevar la cantidad de agua mínima necesaria a los rociadores automáticos para controlar o sofocar un conato de incendio a la presión indicada.

Riesgo ordinario. Los contenidos que tienen posibilidad de arder con moderada rapidez o generar un volumen de humo considerable. Básicamente, son los estacionamientos, lavanderías, restaurantes. Aquí el reto se presenta con mayor frecuencia en los estacionamientos, ya que, el tipo de construcción tiene muchas obstrucciones y la altura es limitada; teniendo con ello, una alta probabilidad de daño mecánico al sistema de rociadores.

Riesgo alto. Los contenidos que tienen posibilidad de arder con extrema rapidez, o de los cuales, se pueden esperar explosiones. Generalmente, son los almacenes con líquidos inflamables o combustibles.

Los retos del futuro

Proyectando una mirada al futuro, se vislumbran diversos retos u oportunidades, según se quiera ver; por ejemplo, a pesar de ser una tecnología relativamente nueva, los transportes que emplean propulsión eléctrica, de manera total o parcial, como bicicletas, motocicletas, vehículos, serán materia de análisis y objeto de estudio para generar protección contra incendio adecuada para dichos elementos.

La otra tecnología relativamente nueva son los paneles solares, ya que se busca que las ciudades del futuro sean autosustentables, esta será una de las formas de tener energía limpia. Aunque, como sucede con cualquier sistema eléctrico, el fuego siempre es un peligro potencial. Una de las causas más comunes son los fallos de arco eléctrico, es decir, descargas eléctricas de alta potencia entre dos o más conductores. El calor causado por esta descarga puede hacer que el aislamiento del cable se deteriore y, por tanto, provocar una chispa o un "arco" que provoque un incendio.

Los sistemas fotovoltaicos están sujetos a fallos de arco en serie, causados por una interrupción en la continuidad de un conductor, o fallos de arco en paralelo, causados por corriente no intencionada entre dos conductores, a menudo, debido a una avería de puesta a tierra.

Por lo cual, el reto será la forma más óptima para proteger las zonas de carga, para el tipo de transportes que hemos mencionado, dentro de los edificios, así como las zonas de paneles solares. A pesar de tener un sistema automático contra incendio, es importe contar en estos edificios con un sistema de mangueras e hidrantes, instaladas en toda la vertical, para proporcionar agua confiable a la supresión manual de incendios por parte del departamento de bomberos o personal capacitado.

Ojo, las ubicaciones para las conexiones de las mangueras de bomberos serían:

  • Cada descanso del piso principal o descanso intermedio de las escaleras requeridas.
  • En el techo, si la escalera no tiene acceso al techo.
  • Cada lado de las aberturas de salida, en salidas horizontales.
  • Pasadizos de salida.

Teniendo en cuenta que debemos analizar todos los riesgos, podemos calcular la capacidad de la bomba contra incendio (gasto y presión requerida) y así mismo la cantidad de agua exclusiva para el sistema contra incendio conforme a normativa.

Protección de detección (sistema de alarma)

 Existen sistemas de alarma y detección de incendio, que son de control automático y manual, con una tecnología compleja y en constante innovación; estos, tienen como propósito garantizar la evacuación rápida de los ocupantes de una edificación. Por su gran importancia, estos sistemas deben ser diseñados, instalados, probados e inspeccionados, según los códigos y normas aplicables para proyectos específicos.

Su misión principal es detectar un conato de incendio en una fase temprana, emitiendo una alerta y brindando información a todos los ocupantes del lugar protegido, así como a las personas que responden a la emergencia.

Este sistema de alarma y detección supervisan la integridad física del sistema, anuncian el estatus de alarmas de incendio e inician la respuesta a estas señales. Cuando se produce una alarma generada por un dispositivo iniciador, el panel de control presentará en forma visual y audible la señal indicativa de alarma.

Como hemos dicho antes, los sistemas de alarma pueden ser automáticos o manuales. Los dispositivos automáticos son los detectores de calor, de chispa, de flama, de humo, de gas. Los dispositivos manuales son las estaciones manuales, las cuales, anuncian por medio de sirenas con estrobo la evacuación del edificio

El reto de estos sistemas es poder anunciar un conato de incendio, permitiendo la evacuación segura de los ocupantes de una edificación; por lo cual, es importante que la selección del detector sea la correcta, pues ello garantiza una pronta detección.

Protección pasiva (materiales con resistencia al fuego)

La protección pasiva contra incendios, comprende una serie de medidas arquitectónicas y constructivas que se diseñan e implementan para contener y controlar un incendio dentro de una estructura o área específica. Su objetivo principal es retrasar la propagación del fuego, minimizar los daños estructurales y permitir la evacuación segura de personas en caso de emergencia.

Dicha protección, comprende elementos como: puertas, pintura y techos reforzados con materiales endotérmicos, que sirven para limitar la propagación del fuego, del humo y del calor hacia distintas zonas de un edificio.

Con esto, se pueden obtener beneficios tales como:

  • Garantizar la estabilidad del edificio.
  • Facilitar la evacuación de las personas.
  • Proteger de manera permanente al inmueble y sus ocupantes.

Gracias a su efectividad, este sistema se considera como un escudo contra el fuego, que le da una mayor resistencia a la arquitectura de los inmuebles, es una protección permanente que no necesita de intervención humana para funcionar de forma correcta.

Los elementos clave de la protección pasiva contra incendio:

  • Compartimentación.
  • Muros contra incendio.
  • Pinturas y selladores intumescentes.
  • Puertas contra incendio.
  • Techos resistentes al fuego.

En la construcción de edificios más recientes, se ha incrementado el revestimiento de la fachada con paneles de materiales compuestos metálicos, práctica que ha de crecer en el futuro. Esta fachada exterior se puede utilizar para proporcionar un grado de aislamiento térmico y resistencia a la intemperie, pero también para mejorar la apariencia del edificio. Sin embargo, muchos de estos revestimientos, se han identificado como riesgos de incendio por su diseño y sus materiales de fabricación, materiales que pueden ser combustibles.

Puede ser alarmante, ya que, entre el revestimiento y la pared hay un espacio vacío. En caso de incendio, esta cavidad actúa como una chimenea, intensifica el fuego y lo extiende hacia la parte superior del área revestida. Un incendio en el edificio puede afectar el revestimiento a través de ventanas abiertas, balcones u otros accesos al edificio. El reto es evitar y rechazar este tipo de materiales, evitando eventos lamentables como el de Valencia, España, en el que murieron 10 personas y que dejó un complejo habitacional reducido a cenizas, gracias a este efecto chimenea.

Mantenimiento de los sistemas contra incendios

Los edificios con diferentes ocupaciones han dejado de ser sitios exclusivamente para abastecernos de productos y servicios y se han convertido, inclusive, en centros de entretenimiento para la mayoría de los ciudadanos. Por ese motivo, se ha vuelto fundamental poner en funcionamiento un sistema contra incendios, preciso, para resguardar la vida y el bienestar de nuestros empleados y consumidores.

Quizá te preguntes por qué debemos realizar mantenimiento al sistema contra incendio, la respuesta está en la misma afirmación: las instalaciones del sistema contra incendios están diseñadas para permanecer en un estado expectante, por ello, se debe realizar un mantenimiento que se base en la revisión, inspección y medidas para evitar acciones por parte de las instalaciones durante el proceso. Así mismo, es fundamental verificar si han realizado modificaciones a dicho sistema, así como, comprobar, mediante pruebas, el funcionamiento de las instalaciones.

Para el sistema de detección se deben llevar a cabo las tareas de verificación, inspección, verificación y comprobación de los accesorios principales, dando especial atención a pilotos, fusibles, indicaciones luminosas y acústicas, limpieza de bornes, sistemas de baterías, pulsadores manuales y similares.

En materia del sistema de protección activa, los elementos que requieren mayor atención, inspección y verificaciones, son los dispositivos de descarga del agente extintor y de puesta en marcha; conexiones y circuitos en los sistemas de control; señalización de mandos manuales, depósitos, válvulas, alarmas, bombas, entre otros. La comprobación de los niveles de combustible, agua, aceite, entre otros, al igual que inspección visual general de las instalaciones y accesorios, es imprescindible para el mantenimiento del sistema contra incendios.

Conclusiones

Las ciudades del futuro siempre serán un reto ante los vertiginosos cambios que implica la autosustentabilidad, la diversificación de ocupaciones, la cantidad de personas, los materiales de construcción en los edificios y la necesidad de personal calificado para mantener los sistemas. Los especialistas en el área de sistemas contra incendio deberán estar siempre a la vanguardia en la nueva tecnología, normativa actualizada, equipos más eficientes para la seguridad.

Reconociendo que la prevención nunca será 100 por ciento exitosa, es necesario planificar y diseñar para mitigar los daños cuando ocurre un incendio. Las diversas estrategias para ello, constituyen lo que se suele llamar protección contra incendios.

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