Es importante definir, primero, las características de CO y CO2. De tal manera que, CO (Monóxido de Carbono) es un gas tóxico incoloro, inodoro e insípido formado por la combustión de compuestos de carbono, como: gasolina, madera, carbón, gas natural, propano, queroseno, petróleo y otros gases de calefacción. Los motores de combustión interna de los automóviles son la mayor fuente de CO.
Por otra parte, el CO2 (Dióxido de Carbono) es un gas incoloro, inodoro y de sabor acre, formado por sustancias humanas y animales; como los ciclos respiratorios y de combustión. Los niveles inseguros pueden llegar con la acumulación en áreas normalmente ocupadas y como resultado de una mala ventilación. El CO2 se utiliza para la carbonatación de bebidas y la aceleración del crecimiento de las plantas.
Puntualicemos algunos datos importantes; la altura de montaje del detector varía según el gas y es determinado por la densidad del gas objetivo en relación con el aire. Respecto al tamaño de área que cubrirá normalmente un solo detector en uso residencial (hogar, oficina, hotel, dormitorio, etc.); es de, monóxido de carbono, un detector por cada 900 pies cuadrados; gases combustibles, un detector por cada 900 pies cuadrados. Ahora bien, en uso comercial (garaje, almacén, etc.); respeto al monóxido de carbono, un detector por cada 5,000 pies cuadrados; para gases combustibles, un detector por cada 900 pies cuadrados; y para dióxido de nitrógeno, un detector por cada 5,000 pies cuadrados.
Como recomendación, el calibre de cableado recomendado para utilizar al instalar estos dispositivos es seleccionado con base en la distancia del recorrido, para ello puede seguirse el Código Eléctrico Nacional de los Estados Unidos, donde se establece que se utilizarán cables de 20 AWG para hasta 575 pies, 18 AWG para hasta 686 pies, 16 AWG para hasta 1300 pies, 14 AWG para hasta 2100 pies y 12 AWG para hasta 3200 pies.
Otro punto fundamental está en la vida típica de un detector de gas, es decir, la vida útil del sensor varía de un producto a otro y generalmente está determinada por la tecnología de sensor utilizada en cada dispositivo. Por ejemplo, las exposiciones ambientales pueden afectar negativamente el rendimiento y la vida útil.